Batalla De Bomboná

Simón Bolívar acampa ya en los predios de la hacienda Bomboná con casi 2.500 soldados.
Los realistas, al mando de don Basilio García, con 1800 hombres se han atrincherado en la quebrada de Cariaco... 
La batalla ha iniciado ya...

Cae la tarde y el sol declina… 
La luna llena trae ese frio que viene del Galeras y cala hasta los huesos, 
como una premonición de muerte y desolación…

Mi uniforme se ha teñido de carmín…  
El gorjeo de los pájaros no es para buscar abrigo en la noche que llega,
sino de asombro al ver tanta muerte en este campo…

¡No te detengas, sigue adelante!, me dice alguien sin saber quién soy. 
Con el velo de la noche tropiezo con uno y con otro cuerpo…
Al fondo, alcanzo a distinguir un montón de figuras que parecen humanas...
¡Tiemblo de miedo y de angustia!
Por aquí hay rostros desdibujados, 
cuerpos destrozados, miembros sin su humanidad...

Hay un horrible olor a muerte que cubre todo el campo…,
¡ese maldito olor que me acompañará por siempre! 
Aquí yace un paisano abrazado a su fusil; 
allá, un patriota atravesado por una lanza, es despojado de su bandera; 
más allá, decenas de hombres y mujeres que no lograron sobrevivir...
Es el manto terrible de la muerte la que nos cubre… ¿La sienten? 
Ella no respeta ni a hombres ni a mujeres, ni a ancianos ni a niños,
ni a generales ni a soldados…
La muerte es la muerte, y en estos momentos ella comanda este espacio.

La noche sobrevino y fueron sus sombras 
las que nos salvaron de una completa destrucción… 
Aquí no hay dianas de victoria…
Únicamente el soplo del viento nos recuerda que aún estamos vivos…

Cuando la neblina se disipa, 
distingo a seres humanos que van de un lado a otro, sin rumbo fijo..., 
parecen espantos buscando sus cuerpos
para que no se conviertan en botín de carroñeros y pitanza de aves 

Impacientemente, espero que el alba disipe tanta muerte
y nos permita comprender el lugar de nuestras miserias.
Siento unas voces que invocan a Dios,
mientras otras gritan vivas a la Patria...

Pero el horror de la batalla se presenta crudo y penetrante…
Igual para los unos que para los otros…
¡La guerra y la muerte pareciera que no han servido de nada…!