Manifiesto

Vengo de un pueblo en La Mancha

manchao por la indiferencia,

alimentao por las gachas,

desierto, fue herido en guerra.


La hiedra quedó en la otra tierra.

Cuando subo pa la sierra

puedo ver cuán de pequeñas...


son mis tripas,

están calentitas.

Formó parte de un mundo tan grande

que a veces me achica;

me veo chiquitita,

algo salta y me pica…

Es la pulga en el lodo de mi cuadra

¡Me relincha!



Soy la potra, tuve suerte.

La vida por un momento tornó de mi parte,

la ventana olía a ruina,

pero una puerta gigante

me hizo aprender en la herida

la belleza del desastre.


Soy fango, lodo y arcilla,

el secano ancho en Castilla,

las velas de aceite con las que quemé las clases.


Resultao de la pobreza,

brizna opaca que se escurre

entre las telas azules

de la historia y de sus reyes.


Prendo toda normativa,

la envuelvo en llamas,

la hiervo desde el puchero de mis palabras.

Me gusta escribir guisos,

pal día de mañana

sepa que sobre agua sucia

no se deben echar papas.


Rebusco la manera de romper mientras regreso,

cómo cuestiono el exceso

si no he entendío el perdón.

Si reviso las costumbres

y los hábitos que ofrezco,

podré transformar entonces la tradición.


Me empodero criminal, bi, loca, histriónica, rara.

Hablo con mi madre de salirse de la zona,

me salto toda imposición de cultivar la línea.

Hasta que el queer no esté en casa no es vigente la teoría.