El Ocaso De Un Llanero
Juan Harvey Caycedo
4:21Si señor, yo también tuve veinte años de existencia florecida Cuando uno se cree el más macho capaz de todo en la vida No le teme a los obstáculos, ninguno nos intimida Ahí no se cree la vejez, la soberbia y desmedida Fogosidad juvenil por todos lados se respira Pero no nos damos cuenta ni cuando se nos termina Es un orgullo tener un amor en cada esquina Y dejar a una muchacha encinta es gesta lucida Piensa uno ser el más macho que haya existido en la vida Yo también tuve de pata, compadrito, esa medida Ella, una chica especial, una noche pensativa Me comunicó el suceso y le di la despedida No era porque no la amara, para mí era muy querida Pero yo, un irresponsable, vagabundo sin medida Le dije: debe abortar, ¿que no?, ¿por qué entonces no se cuida? Sin pensar que en mi expresión iba el veneno homicida "Amor mío, no hagamos eso, eso el cielo lo castiga" "¿Qué cielo ni qué carajo?, la vaina está decidida O lo botas o te quedas solita con tu barriga" Yo sentí que la maté, ese día no se me olvida Lloriqueaba y respiraba pero estaba muerta en vida Porque el fruto de un amor que le ofrecí sin mentiras Al que hospedaba en su vientre inigualable guarida Esa criatura inocente estaba comprometida Sin más peca'o que ser hija de una rata filicida El médico, qué canalla, si esta acción es prohibida Por ganarse algunos pesos la colita y la incentiva Maldecido matasano y culpable de mi herida La que llevo en mis entrañas, que me carcome y calcina El cuarto lóbrego, triste, ella en la cama tendida Al lado de ella un embrión de carne casi podrida Un angelito inocente con su mirada escotida No llevaba en su alma fresca rencores, menos intrigas Yo quería que reprochase esa mi acción tan indigna Pero él sí era un varón, un varón de esos que en el pecho anidan Timidez y valentía y pa' un problema salida Y un varón no se rebaja hablando con un homicida El cuarto lóbrego, triste, ella en la cama tendida Al lado de ella, mi hijo, su carita desteñida Rictus de muerte no había en su boca enmudecida Sus manitas impolutas y de ternura curtidas Ese talle, esa altivez que a cualquier dama cautiva Y un pechito como el pecho de un potrico en estampida Era sangre de mi sangre, era vida de mi vida ¿Dónde está el macho que dice que el lloro es de femeninas? Que se acerque y lo confirme o si no que venga y diga Que nunca alcanzarán lágrimas para lavar las heridas Heridas que dejó el puñal de infamia de aquella acción indebida En las noches taciturnas cuando un lucero titila Pienso que él desde allá sin rencores me vigila Quiero pedirle perdón o que alguien por mí lo pida Pero la conciencia me arde, me grita: ¿pa' qué lo mira? Ya no tengo alma completa, está más que dividida Tengo pedazos de alma porque la tengo partida Si es verdad que existe Dios y al que peca lo castiga Conmigo sí se bregó, perdió toda la partida Porque no existe castigo ni en esta ni en la otra vida