No Me Agarrás Más
Leo Maslíah
3:01Iba saliendo de casa el otro día, pero volví para buscar una bolsa de basura Que tenía preparada desde hacía días para un caso así O sea, un caso en el que tuviera que pasar por donde estaba el tacho Que se alimenta de las bolsas producidas y envasadas en cada uno de los apartamentos del edificio Mi plan era sencillo Pero cuando me encontraba a pocos metros del tacho Detecté la proximidad de un agente perturbador Un elemento desestabilizador de la posible calma que acompañaba El automático, necesario, comprensible, habitual, justificado, cívico acto de tirar la basura Se trataba de un individuo que, arrodillado junto al tacho Extraía de allí restos de alimentos Los cuales clasificaba y separaba en distintas bolsas que traía Según el contenido proteínico, el tenor graso o el nivel de adición vitamínica que tuvieran Para esto no se servía de ningún instrumental técnico A excepción de una protuberancia que él llevaba incorporada a la cara Y con la que medía con precisión asombrosa el índice de putrefacción operante en cada residuo alimentario Ya que entre dos mitades de cáscara de naranja aparentemente iguales El individuo descartaba una y se quedaba con la otra Y no era porque estuviese, como se dice, en condiciones de tirar manteca al techo Yo empecé a vacilar Luego seguí haciéndolo No podía tirar las bolsas en el tacho Por que la cabeza y las manos del perturbacionista obstruían la entrada Y no estaba seguro si podría ser pertinente utilizar la fórmula de cortesía Con permiso En cuanto a dejar la bolsa en la calle a cierta distancia Eso si que parecía grosero siendo como era tan evidente que el individuo iría a recogerla Pero dársela a él en las manos no dejaba de constituir para mí una ofensa Dado el contenido repugnante de la bolsa En cuanto a si para él ese acto podía resultar ofensivo o no, era algo difícil de prever Más allá de sus dimensiones de apropiarse la bolsa, podía contar con una dosis de orgullo Que le hiciera fingir que sólo estaba buscando un aro que se le hubiera caído Otra posibilidad que consideré fue dejar la bolsa junto al individuo, pero abierta Como demostración de amabilidad Dando a entender que no ignoraba sus intenciones de revisarla Pero todos estos pensamientos pasaron con mucha rapidez por mi cabeza Vencido por la ambigüedad contenida en el acto de darle a alguien algo que es una porquería Siendo que este alguien tiene de todas formas mucho interés en recibirla Pensé en otro tipo de salidas por ejemplo, darle al tipo, una limosna Sin embargo el análisis de esta posibilidad Me reveló que eso no me iba a librar del dilema de que hacer con la bolsa porque Sea cual fuere la magnitud de la limosna Era evidente que nunca iba a bastar para consolidar en el otro Una posición económica suficientemente holgada como para abandonar el hábito de hurgar en los tachos de basura Empecé a retroceder Mientras lo hacía seguía examinando otras posibles maneras de deshacerme de la bolsa Consideré el no dejar la bolsa, sino sólo su contenido Vaciándolo en las manos del individuo También pensé el dejar la bolsa cerrada y decirle: mire, le dejo esto, y sé que usted lo va a abrir No me gusta la idea pero sé que es lo único que usté puede hacer para vivir Yo quisiera ayudarlo, pero no puedo porque tengo que ir a pagar la tarjeta... no sé que otra cosa más Después pensé en vaciar la bolsa en el tacho del edificio vecino Para volver y tirar la bolsa vacía en el otro tacho Mostrando mi voluntad de evitar entregar basura al tipo Pero mostrando al mismo tiempo también que no era mi intención hacerle un desaire ni fingir que no lo había visto ni que lo había visto pero que no quería roces con él Pero ninguna de estas opciones me satisfizo Seguí retorciendo hasta entrar de nuevo en el edificio Subí las escaleras y sacando la llave de mi apartamento conseguí Después de unos minutos de esfuerzo Abrir la cerradura permaneciendo de espaldas a la puerta Así entré, y seguí retrocediendo hasta que me di contra la ventana, que estaba abierta Supe detenerme en ese momento, y me quedé ahí quieto Como un muñeco a cuerda detenido en su marcha por algún obstáculo Siempre de espaldas a la ventana, con la bolsa de basura en la mano Y así pasé un rato, hasta que de pronto oí que desde abajo el tipo me gritaba Che, loco, aunque sea tirámela por la ventana