Reproches

¿A qué me lo decís? Lo sé; es mudable
Es altanera, y vano, y caprichosa
Antes que el sentimiento de su alma
Brotará el agua de la estéril roca
Sé que en su corazón, nido de sierpes
No hay una fibra que al amor responda
Que es una estatua inanimada
Pero... ¡es tan hermosa!
No me admiró tu olvido, aunque de un día
Me admiró tu cariño mucho más
Porque lo que hay en mí que vale algo
Eso ni lo pudiste sospechar
Dices que tienes corazón
Y sólo lo dices porque sientes latidos
Eso no es corazón, es una máquina
Que al compás que se mueve hace ruido
Asomado a sus ojos una lágrima
Y a mi labio una frase de perdón
Habló el orgullo y enjugó su llanto
Y la frase en mis labios expiró
Yo voy por un camino, ella por otro
Pero al pensar en nuestro mutuo amor
Yo digo aún: ¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: ¿Por qué no lloré yo?
Me ha herido recatándose en la sombra
Sellando con un beso de traición
Los brazos me echó al cuello, y por la espalda
Partiome a sangre fría el corazón
Y ella prosigue alegre su camino
Feliz, risueña, impávida, ¿y por qué?
Porque no brota sangre de la herida
Porque el muerto está en pie
Como se arranca el hierro de una herida
Su amor de las entrañas me arranqué
Aunque sentí al hacerlo que la vida
Me arrancaba con él
Del altar que le alcé en el alma mía
La voluntad su imagen arrojó
Y la luz de la fe que en ella ardía
Ante el ar de cierta se apagó
Aún para combatir mi firme empeño
Viene a mi mente su visión tenaz
¿Cuándo podré dormir con ese sueño
En que acaba el soñar?