La Rosa Perenne

Doña Encarnación Velázquez
Guardó aquel vestido blanco
Por años junto a sus sueños
Con ilusión de estrenarlo
Y es así que fue sumando
Bordado sobre bordado
Burguesamente aburrida
Aún recita su rosario
Mirando por la ventana
Sus jazmines y geranios

Perdida en la fantasía
De castillos y palacios
Su vida se fue enhebrando
Entre dulzura y letargo
Y el cascabel de su cuerpo
Que sonó de cuando en cuando
Nunca perdió la alegría
De vivir como jugando

Hoy ya pisa los sesenta
Sin saber del desengaño
Pues nunca ha amado
Y por tanto nunca nadie le ha hecho daño
Como una rosa perenne
Ella perfuma sus años
Ya no espera a su mancebo
Sobra con imaginarlo
Lo mismo que a su vestido
Que ha dejado de bordarlo

Su vida ya es solo sueño
Y lo que cuenta es soñarlo