Caperucita Roja
Marisol
11:23Tal vez vosotros, amiguitos, habréis oído hablar de la Cenicienta. Era una jovencita muy linda y muy buena que Vivía con su madrastra y sus dos hermanastras. Como Cenicienta era bonita de verdad, las tres mujeres la tenían Una envidia terrible, y la maltrataban todo lo que podían Yo soy la Cenicienta, amiguitos. Mientras vivió mi padre Mi madrastra y mis hermanastras se mostraron amables conmigo Y fui dichosa. Pero al morir mi padre, aquellas tres malas Mujeres ya no se tomaron la molestia de seguir disimulando Hale, hale, quítate de nuestro lado. Ahora tú ya no Pintas nada aquí. En lo sucesivo, te encargarás de todos Los quehaceres de la casa. Comerás en la cocina y Dormirás sobre un saco junto a las cenizas de la chimenea ¡Ah! Y como vas a dormir junto a la ceniza, te Llamaremos Cenicienta. Eso es, Cenicienta. ¡Ja, ja, ja! Toma, Cenicienta. Aquí tienes este montón de Medias para zurcir y estos pares de zapatos para Que les saques brillo. ¡A trabajar, Cenicienta! Trabajando sin cesar desde el alba hasta la noche Vestida de harapos, descansando poco y comiendo menos Transcurría triste mi vida. Pero he aquí que un día... Toma, Cenicienta. Aquí tienes este saco de lentejas. Límpialas Bien, sin dejar una sola piedra. Y no se te olvide fregar los Platos y los suelos, lavar la ropa y hacer que reluzcan como el Sol los pucheros de cobre. Lo quiero todo muy limpio. ¿Estamos? Nosotras nos vamos al baile que el príncipe da en palacio. Sabes, Cenicienta? Mira, mira qué preciosos vestidos llevamos Seguramente, conoceremos a un gran señor que se Casará con nosotras. Y seremos marquesas o duquesas ¿No te gustaría ir al baile de palacio, Cenicienta? La pobre Cenicienta se quedó llorando desconsoladamente. Pero he Aquí que en aquel mismo instante surgió del vacío junto a la muchacha La más preciosa y brillante figura de mujer que podáis imaginar ¡Oh, oh! No te asustes, Cenicienta. Soy un hada. Tu hada amiga ¿Sabes? Y quiero ayudarte. Quiero que salgas por unas Horas de esta sombría cocina y dejes de ser la Cenicienta Te gustaría ir al baile de palacio, ¿verdad? Pero, ¿qué dices, hada amiga? ¿Quieres burlarte de mí? No, querida Cenicienta. ¿Ves esta varita mágica que Reluce en mi mano? Pues con ella puedo conseguir Los mayores prodigios. Fíjate, fíjate, Cenicienta ¡Oh! Pero si aquella gran calabaza que había junto A la cena se ha convertido en una carroza. Y qué carroza! Más lujosa que la del mismo príncipe Espera, que no he terminado. ¿Ves esos cuatro ratones que Corren a esconderse? Pues ya los tienes convertidos en Cuatro preciosos caballos que tirarán de tu linda carroza ¡Y mis dos gatos! ¡Oh! Has convertido a mis dos gatos en dos Impresionantes lacayos vestidos de grana con galones de oro Claro, para que te acompañen al baile de palacio. Y ahora voy A convertirte a ti en una verdadera princesa. ¿Ves? Ya está ¡Oh, qué maravilloso vestido llevo puesto! ¡Y qué precioso Collar! ¡Y qué bonitos pendientes! ¡Y qué lindos zapatos! Parecen de cristal. Hada amiga, dime, ¿no estaré soñando? No, no estás soñando, linda Cenicienta. Anda, sube a tu carroza y Corre al baile de palacio. Pero ten muy en cuenta la advertencia Que voy a hacerte. Escucha: al dar las doce campanadas de la Medianoche, se desvanecerá el prodigio Conseguido por mi varita mágica, y... ¿Qué quieres decir? Que al llegar la medianoche, tu carroza volverá a convertirse De nuevo en una calabaza, y tus caballos en ratones, y tus Lacayos volverán a ser como antes: gatos. Y tú te encontrarás Vestida con los harapos de siempre. Escucha, Cenicienta Cuando oigas la primera campanada, huye de palacio. No te Entretengas bajo ningún pretexto. ¿Me obedecerás, Cenicienta? Claro, claro que sí. Y gracias, gracias por tu maravilloso regalo Anda, Cenicienta. Sube a tu carroza y Diviértete mucho esta noche. Adiós, adiós Cenicienta, dijo un hada Cenicienta, yo te quiero Y por ser tan resignada Te concedo, te concedo Una calabaza convertida en gran carroza Cuatro ratoncitos transformados en caballos Y cuatro ratonas convertidas en gatas Pero no te olvides que al llegar la medianoche Debes a tu casa regresar más que deprisa A esperar soñando en tu rincón entre cenizas Que tu sueño pueda ser mañana realidad Cenicienta, Cenicienta Con tu vestidito azul En el baile, Cenicienta No habrá nadie como tú Cenicienta, Cenicienta Con tu vestidito azul En el baile, Cenicienta No habrá nadie como tú Cenicienta, Cenicienta No habrá nadie como tú No habrá nadie como tú No habrá nadie como tú Cenicienta estaba maravillada. La fiesta era encantadora Y todos los caballeros la miraban, a ella, la pobre Cenicienta Verdaderamente entusiasmados. Incluso el príncipe la Contemplaba con el corazón enamorado mientras bailaban —Yo nunca os había visto, encantadora doncella ¿Quién sois? ¿No queréis decírmelo? —No puedo, príncipe, no os lo puedo decir —Este misterio que os envuelve os hace aún más seductora Si cabe. Si yo pudiese saber vuestro nombre... —¡Oh, ya es medianoche! ¡Adiós, príncipe! ¡Adiós! ¡Adiós! —¡Pero escuchad, escuchadme! ¡Se ha marchado! ¡Se ha marchado! Mirad, gran chambelán, un zapatito de cristal. Debió perderlo Al oír esa linda y misteriosa doncella. Escuchad, gran chambelán Mañana muy temprano empezaréis a buscar por toda la ciudad A la dueña de este zapato de cristal. Y antes de que se ponga El sol quiero que la traigáis a palacio. ¿Habéis entendido? —Perfectamente, alteza. Mañana tendréis aquí a la dueña De este lindo zapatito. Palabra de gran chambelán Cuando llamó a la puerta de la casa donde vivía Cenicienta La única que le quedaba ya por registrar en toda la ciudad El gran chambelán de palacio casi había perdido la esperanza De encontrar a la dueña del lindo zapatito de cristal —¡Ay, amiguitos! Lo que os habríais reído si hubieseis visto La cara que pusieron mi madrastra y mis dos hermanastras Cuando el gran chambelán les dijo a qué venía. Claro que Estuvieron a punto de volverse locas de pura satisfacción —No, no, señorita, es inútil que hagáis más esfuerzos Vos necesitáis un zapato tres veces más grande Que este. A ver, que se lo pruebe vuestra hermana —Enseguida, señor. Aunque el zapato es mío Por supuesto. ¿De quién ha de ser, si no? —Nada, nada, dejadlo ya. Tampoco es vuestro el zapato Vos no lo necesitáis tres veces más grande, sino cuatro —¡Sois un grosero, señor chambelán! —Si habéis venido a insultar a mis hermosas niñas, ya podéis Marcharos, caballero. Además, aquí no hay más mujeres Que nosotras. Conque, allí está la puerta, gran chambelán —No tan deprisa, señora mía. ¿Quién es aquella Linda jovencita que veo acurrucada junto al fuego? —¡Ah, es nuestra criada! Esa no cuenta, señor —Puede que no cuente para vos, pero sí para mí. Queréis hacerme el favor de acercaros, gentil doncella? Ante los ojos asombrados y rencorosos de aquellas tres malas mujeres Me calcé sin el menor esfuerzo el lindo zapatito de cristal. Después El gran chambelán de palacio me llevó ante mi príncipe encantador —Desde ayer, desde que os vi en el baile, linda doncella, no He pensado más que en vos. Decidme, ¿queréis ser mi esposa? Aquella noche, cuando sus damas de honor la dejaron Instalada en la maravillosa alcoba de palacio dorada y azul La Cenicienta recibió la visita de su amiga el hada —¡Oh, queridísima hada amiga! Soy tan feliz que no sé qué decirte —Nada tienes que decirme. Esta felicidad es el premio a la paciencia Con que has sabido soportar el sufrimiento y las humillaciones. Eres Buena, Cenicienta, y la bondad siempre tiene su Recompensa. Y ahora, si deseas algo, no dejes De pedírmelo. Puedo concederte lo que quieras —Gracias, muchas gracias. Sólo una cosa deseo: que mi madrastra Y mis hermanastras se arrepientan de sus pecados de orgullo Y de envidia, y que los sucesivos sean tan buenas, tan buenas Que su bondad pueda suplir la belleza que tal vez les falta —De acuerdo. Si ese es tu deseo, te lo concedo, princesa Cenicienta Mi hada amiga no me engañó, amiguitos. Desde aquel día Mi madrastra y mis dos hermanastras fueron las personas Más buenas del mundo. Y al cabo de poco, mis hermanastras Se casaron con dos caballeros muy ricos que las quisieron Muchísimo toda la vida. ¿Qué os parece, no es maravilloso? En cuanto a nuestra gentil Cenicienta, se casó con el Príncipe, señor absoluto de aquellas tierras, y fue La más querida y la más feliz de todas las princesas