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Marisol - La Cenicienta | Скачать MP3 бесплатно
La Cenicienta

La Cenicienta

Marisol

Длительность: 12:07
Год: 2020
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Текст песни

Tal vez vosotros, amiguitos, habréis oído hablar de la
Cenicienta. Era una jovencita muy linda y muy buena que
Vivía con su madrastra y sus dos hermanastras. Como
Cenicienta era bonita de verdad, las tres mujeres la tenían
Una envidia terrible, y la maltrataban todo lo que podían

Yo soy la Cenicienta, amiguitos. Mientras vivió mi padre
Mi madrastra y mis hermanastras se mostraron amables conmigo
Y fui dichosa. Pero al morir mi padre, aquellas tres malas
Mujeres ya no se tomaron la molestia de seguir disimulando

Hale, hale, quítate de nuestro lado. Ahora tú ya no
Pintas nada aquí. En lo sucesivo, te encargarás de todos
Los quehaceres de la casa. Comerás en la cocina y
Dormirás sobre un saco junto a las cenizas de la chimenea

¡Ah! Y como vas a dormir junto a la ceniza, te
Llamaremos Cenicienta. Eso es, Cenicienta. ¡Ja, ja, ja!

Toma, Cenicienta. Aquí tienes este montón de
Medias para zurcir y estos pares de zapatos para
Que les saques brillo. ¡A trabajar, Cenicienta!

Trabajando sin cesar desde el alba hasta la noche
Vestida de harapos, descansando poco y comiendo menos
Transcurría triste mi vida. Pero he aquí que un día...

Toma, Cenicienta. Aquí tienes este saco de lentejas. Límpialas
Bien, sin dejar una sola piedra. Y no se te olvide fregar los
Platos y los suelos, lavar la ropa y hacer que reluzcan como el
Sol los pucheros de cobre. Lo quiero todo muy limpio. ¿Estamos?

Nosotras nos vamos al baile que el príncipe da en palacio.
Sabes, Cenicienta? Mira, mira qué preciosos vestidos llevamos

Seguramente, conoceremos a un gran señor que se
Casará con nosotras. Y seremos marquesas o duquesas
¿No te gustaría ir al baile de palacio, Cenicienta?

La pobre Cenicienta se quedó llorando desconsoladamente. Pero he
Aquí que en aquel mismo instante surgió del vacío junto a la muchacha
La más preciosa y brillante figura de mujer que podáis imaginar

¡Oh, oh!

No te asustes, Cenicienta. Soy un hada. Tu hada amiga
¿Sabes? Y quiero ayudarte. Quiero que salgas por unas
Horas de esta sombría cocina y dejes de ser la Cenicienta
Te gustaría ir al baile de palacio, ¿verdad?

Pero, ¿qué dices, hada amiga? ¿Quieres burlarte de mí?

No, querida Cenicienta. ¿Ves esta varita mágica que
Reluce en mi mano? Pues con ella puedo conseguir
Los mayores prodigios. Fíjate, fíjate, Cenicienta

¡Oh! Pero si aquella gran calabaza que había junto
A la cena se ha convertido en una carroza.
Y qué carroza! Más lujosa que la del mismo príncipe

Espera, que no he terminado. ¿Ves esos cuatro ratones que
Corren a esconderse? Pues ya los tienes convertidos en
Cuatro preciosos caballos que tirarán de tu linda carroza

¡Y mis dos gatos! ¡Oh! Has convertido a mis dos gatos en dos
Impresionantes lacayos vestidos de grana con galones de oro

Claro, para que te acompañen al baile de palacio. Y ahora voy
A convertirte a ti en una verdadera princesa. ¿Ves? Ya está

¡Oh, qué maravilloso vestido llevo puesto! ¡Y qué precioso
Collar! ¡Y qué bonitos pendientes! ¡Y qué lindos zapatos!
Parecen de cristal. Hada amiga, dime, ¿no estaré soñando?

No, no estás soñando, linda Cenicienta. Anda, sube a tu carroza y
Corre al baile de palacio. Pero ten muy en cuenta la advertencia
Que voy a hacerte. Escucha: al dar las doce campanadas de la
Medianoche, se desvanecerá el prodigio
Conseguido por mi varita mágica, y...

¿Qué quieres decir?

Que al llegar la medianoche, tu carroza volverá a convertirse
De nuevo en una calabaza, y tus caballos en ratones, y tus
Lacayos volverán a ser como antes: gatos. Y tú te encontrarás
Vestida con los harapos de siempre. Escucha, Cenicienta
Cuando oigas la primera campanada, huye de palacio. No te
Entretengas bajo ningún pretexto. ¿Me obedecerás, Cenicienta?

Claro, claro que sí. Y gracias, gracias por tu maravilloso regalo

Anda, Cenicienta. Sube a tu carroza y
Diviértete mucho esta noche. Adiós, adiós

Cenicienta, dijo un hada
Cenicienta, yo te quiero
Y por ser tan resignada
Te concedo, te concedo
Una calabaza convertida en gran carroza
Cuatro ratoncitos transformados en caballos
Y cuatro ratonas convertidas en gatas

Pero no te olvides que al llegar la medianoche
Debes a tu casa regresar más que deprisa
A esperar soñando en tu rincón entre cenizas
Que tu sueño pueda ser mañana realidad

Cenicienta, Cenicienta
Con tu vestidito azul
En el baile, Cenicienta
No habrá nadie como tú
Cenicienta, Cenicienta
Con tu vestidito azul
En el baile, Cenicienta
No habrá nadie como tú
Cenicienta, Cenicienta
No habrá nadie como tú
No habrá nadie como tú
No habrá nadie como tú

Cenicienta estaba maravillada. La fiesta era encantadora
Y todos los caballeros la miraban, a ella, la pobre Cenicienta
Verdaderamente entusiasmados. Incluso el príncipe la
Contemplaba con el corazón enamorado mientras bailaban

—Yo nunca os había visto, encantadora doncella
¿Quién sois? ¿No queréis decírmelo?
—No puedo, príncipe, no os lo puedo decir
—Este misterio que os envuelve os hace aún más seductora
Si cabe. Si yo pudiese saber vuestro nombre...
—¡Oh, ya es medianoche! ¡Adiós, príncipe! ¡Adiós! ¡Adiós!
—¡Pero escuchad, escuchadme! ¡Se ha marchado! ¡Se ha marchado!
Mirad, gran chambelán, un zapatito de cristal. Debió perderlo
Al oír esa linda y misteriosa doncella. Escuchad, gran chambelán
Mañana muy temprano empezaréis a buscar por toda la ciudad
A la dueña de este zapato de cristal. Y antes de que se ponga
El sol quiero que la traigáis a palacio. ¿Habéis entendido?

—Perfectamente, alteza. Mañana tendréis aquí a la dueña
De este lindo zapatito. Palabra de gran chambelán

Cuando llamó a la puerta de la casa donde vivía Cenicienta
La única que le quedaba ya por registrar en toda la ciudad
El gran chambelán de palacio casi había perdido la esperanza
De encontrar a la dueña del lindo zapatito de cristal

—¡Ay, amiguitos! Lo que os habríais reído si hubieseis visto
La cara que pusieron mi madrastra y mis dos hermanastras
Cuando el gran chambelán les dijo a qué venía. Claro que
Estuvieron a punto de volverse locas de pura satisfacción

—No, no, señorita, es inútil que hagáis más esfuerzos
Vos necesitáis un zapato tres veces más grande
Que este. A ver, que se lo pruebe vuestra hermana

—Enseguida, señor. Aunque el zapato es mío
Por supuesto. ¿De quién ha de ser, si no?

—Nada, nada, dejadlo ya. Tampoco es vuestro el zapato
Vos no lo necesitáis tres veces más grande, sino cuatro

—¡Sois un grosero, señor chambelán!

—Si habéis venido a insultar a mis hermosas niñas, ya podéis
Marcharos, caballero. Además, aquí no hay más mujeres
Que nosotras. Conque, allí está la puerta, gran chambelán

—No tan deprisa, señora mía. ¿Quién es aquella
Linda jovencita que veo acurrucada junto al fuego?

—¡Ah, es nuestra criada! Esa no cuenta, señor

—Puede que no cuente para vos, pero sí para mí.
Queréis hacerme el favor de acercaros, gentil doncella?

Ante los ojos asombrados y rencorosos de aquellas tres malas mujeres
Me calcé sin el menor esfuerzo el lindo zapatito de cristal. Después
El gran chambelán de palacio me llevó ante mi príncipe encantador

—Desde ayer, desde que os vi en el baile, linda doncella, no
He pensado más que en vos. Decidme, ¿queréis ser mi esposa?

Aquella noche, cuando sus damas de honor la dejaron
Instalada en la maravillosa alcoba de palacio dorada y azul
La Cenicienta recibió la visita de su amiga el hada

—¡Oh, queridísima hada amiga! Soy tan feliz que no sé qué decirte

—Nada tienes que decirme. Esta felicidad es el premio a la paciencia
Con que has sabido soportar el sufrimiento y las humillaciones. Eres
Buena, Cenicienta, y la bondad siempre tiene su
Recompensa. Y ahora, si deseas algo, no dejes
De pedírmelo. Puedo concederte lo que quieras

—Gracias, muchas gracias. Sólo una cosa deseo: que mi madrastra
Y mis hermanastras se arrepientan de sus pecados de orgullo
Y de envidia, y que los sucesivos sean tan buenas, tan buenas
Que su bondad pueda suplir la belleza que tal vez les falta

—De acuerdo. Si ese es tu deseo, te lo concedo, princesa Cenicienta

Mi hada amiga no me engañó, amiguitos. Desde aquel día
Mi madrastra y mis dos hermanastras fueron las personas
Más buenas del mundo. Y al cabo de poco, mis hermanastras
Se casaron con dos caballeros muy ricos que las quisieron
Muchísimo toda la vida. ¿Qué os parece, no es maravilloso?

En cuanto a nuestra gentil Cenicienta, se casó con el
Príncipe, señor absoluto de aquellas tierras, y fue
La más querida y la más feliz de todas las princesas